La toxina botulínica ha revolucionado el manejo de varias condiciones oftalmológicas, proporcionando una opción terapéutica menos invasiva y altamente eficaz en muchos casos. Hoy os contamos sus aplicaciones en oftalmología. 

La toxina botulínica, un neurotoxina producida por la bacteria Clostridium botulinum, tiene múltiples aplicaciones en oftalmología debido a su capacidad para inhibir la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular, lo que resulta en una relajación muscular temporal. 

A continuación, desde el Grupo Vista Oftalmólogos os describimos sus principales usos en esta área:

1. Estrabismo  

La toxina botulínica permite evitar procedimientos quirúrgicos invasivos en algunos casos y puede ser repetida según sea necesario. 

Se utiliza para tratar diferentes tipos de estrabismo, particularmente en casos de:

  • Estrabismo adquirido: En pacientes con estrabismo secundario a paresias o desequilibrios musculares.
  • Alternativa quirúrgica: En pacientes que no son candidatos ideales para cirugía o como tratamiento temporal antes de la corrección quirúrgica definitiva.  
  • Pequeños ángulos de desviación: Puede ayudar en casos de desviaciones residuales después de cirugía.

2. Blefaroespasmo 

El blefaroespasmo es un trastorno neurológico que causa contracciones involuntarias de los músculos orbiculares del ojo. La toxina botulínica relaja estos músculos y reduce los espasmos y mejora significativamente la calidad de vida de los pacientes con blefaroespasmo esencial benigno.

3. Espasmo hemifacial  

En esta condición, la toxina se utiliza para tratar las contracciones involuntarias unilaterales de los músculos faciales, incluyendo el orbicular del ojo.

4. Lagoftalmos

El lagoftalmos es la incapacidad de cerrar completamente los párpados, generalmente asociado a parálisis facial (ejemplo: parálisis de Bell) o secuelas de procedimientos quirúrgicos.

La toxina botulínica se aplica en los músculos elevadores del párpado superior para permitir un cierre más adecuado, evitando la exposición corneal y el daño ocular.

5. Nistagmo y otros trastornos motores oculares

En algunos casos de nistagmo, la toxina botulínica puede reducir los movimientos involuntarios o mejorar la posición ocular anómala asociada y también puede ser útil en contracturas musculares postquirúrgicas o trastornos como la distonía cervical.

6. Retracción palpebral

Usada para reducir la retracción palpebral asociada a hipertiroidismo (enfermedad de Graves). Esto mejora la estética y la función ocular.

7. Uso cosmético relacionado con la oftalmología 

La toxina botulínica también se utiliza para tratar las arrugas perioculares, como las patas de gallo, que aunque es un tratamiento cosmético, tiene implicaciones oftalmológicas, ya que puede mejorar la comodidad ocular en algunos pacientes.

Hay que recordar que la administración debe ser realizada por un oftalmólogo capacitado, ya que la técnica y la dosis son críticas para evitar efectos adversos como ptosis palpebral, visión doble o sobrecorrección.

Además es fundamental un seguimiento y monitoreo adecuado para ajustar el tratamiento en cada sesión.

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