Buenos hábitos para proteger la visión y preservar la salud a lo largo de la vida.
Potente, complejo y frágil, el ojo es el órgano más solicitado de nuestros cinco sentidos. Como nuestra visión es un bien preciado para aprender, trabajar y desarrollarse plenamente, conviene corregirla, protegerla y prevenir eventuales problemas o patologías.
Iris, cristalino, cornea, retina, pupila… Comprender el funcionamiento del ojo es la llave para adoptar buenos hábitos para proteger la visión y preservar la salud visual.
Anatomía y funcionamiento del ojo humano
El ojo humano funciona como una cámara. La cornea es transparente y constituye la primera lentilla del objetivo del ojo. El cristalino es el zoom: enfoca en todas las distancias. La pupila está controlada por el iris, un músculo circular coloreado que tiene la facultad de contraerse para adaptarse a las diferentes condiciones de luz como el diafragma de una cámara de fotos. La retina es como la película fotográfica que recoge la luz, la transforma en impulsos eléctricos que se transmiten a través del nervio óptico al cerebro, que la transforma en imágenes.
Bebé – Niños (0-10 años)
En el útero, la vista es el último sentido que se desarrolla. A los tres días el bebé es capaz de fijar la imagen de su madre y a las seis semanas ya puede reconocerla. La vista se desarrolla porque se estimula el ojo. Este desarrollo finaliza a los seis años. Durante la revisión de los seis meses, nos aseguraremos que el bebé sigue objetos, reacciona a la luz y no bizquea. La ambliopía (mala visión de uno o ambos ojos) y el estrabismo están relacionados y deben ser tratados con cierta urgencia, puesto que el desarrollo del ojo finaliza a los seis años. A menudo el niño sólo utiliza un ojo, pero no manifiesta ninguna molestia. Los padres deben estar especialmente atentos.
La hipermetropía es corriente en niños. Este defecto debe ser corregido si perdura en el tiempo. La miopía, a menudo hereditaria, aparece entre los 5 y los 10 años.
Consejos para los padres
- Proteger los ojos de los niños de los rayos ultravioleta, ya que son más frágiles que los de los adultos.
- Revisar regularmente la vista de los niños para asegurarles un futuro de calidad.
Adolescentes (11-17 años)
La vista se estabiliza, algunas anomalías han sido corregidas. Para conservar la capacidad visual, son importantes algunos gestos simples, pero importantes: usar gafas de sol, hacer pausas regulares delante de la pantalla del ordenador, los videojuegos o los smartphones… En definitiva, hay que estar atentos porque la miopía puede agravarse durante la pubertad.
Adultos (18-60 años)
Algunos momentos o circunstancias de este periodo exigen una atención específica, como la práctica deportiva o el embarazo. Durante el tercer trimestre del embarazo es habitual que se manifiesten algunos problemas relacionados con la visión, debidos a los trastornos hormonales que afectan a la curvatura de la cornea o los lagrimales.
A partir de los cuarenta es importante hacerse una revisión completa, prestando especial atención a la posibilidad de una presbicia incipiente o que se esté desarrollando alguna otra patología ligada a la edad.
Más de 60
Si la evolución de la presbicia se ralentiza sobre los 60 años, el envejecimiento del ojo conlleva frecuentemente el desarrollo de otras enfermedades visuales. Este riesgo aumenta con la edad, sobre todo si hay antecedentes familiares.
Cuanto más envejecemos, el ojo irá mostrando signos de fatiga de diversa importancia y será más sensible a la luz. El campo visual periférico se reduce progresivamente y aparecen perturbaciones en la visión de los colores.