La historia de la Oftalmología se remonta muchos siglos atrás. A momentos en los que, los principios de la medicina todavía se encontraban diluidos entre la experiencia, la brujería y la religión, mezclándose entre sí.

Allá por el año 3500 a.C. comienza nuestra historia, con las primeras reproducciones de ojos artificiales, realizados de metal y piedras, para usarlos en momias y estatuas.

Los egipcios tenían un profundo respeto por la medicina y la vida.  Estudiándola en profundidad y dando origen a especialidades concretas, ya que consideraban que así aumentaba la eficacia de los expertos en cada dolencia. Cada uno de ellos tenía sus propios rituales, y sus tratamientos se extendían en recetas denominadas Papiro de Ebers.

El conocimiento que se tenía en aquel entonces sobre el ojo no iba más allá de la pupila, la esclerótica y las partes externas, como los párpados, pestañas y cejas. Aunque su denominación era muy diferente, salvo en el caso de la esclerótica, que ya se denominó como tal.

Los párpados eran denominados “la espalda del ojo”. Por otro lado, la pupila (poupée: muñeca) se conocía como “la niña que está en el ojo”, por el reflejo de las personas en la córnea sobre el negro de la pupila.

Los oftalmólogos egipcios representaban un papel fundamental en el tratamiento de enfermedades endémicas. Como la “Oftalmía del desierto”, conocida como Tracoma, que aún sigue siendo la principal causa evitable de ceguera en el mundo.

¿Cómo eran los tratamientos?

En el momento de la acción, los tratamientos médicos comenzaban con rezos y cánticos a los dioses cuyos mitos estaban relacionados con los ojos. El más relevante de ellos era Toth, dios de la ciencia y la medicina, que curó el ojo del dios Horus tras perderlo contra Seth. Estas plegarias mágicas se complementaban con el remedio farmacológico, los cuales consistían habitualmente en pomadas y ungüentos que se aplicaban con una paja o pluma humedecida.

Otro de los “talismanes” para paliar estas dolencias oculares de quemazón provocadas por el clima, era el conocido cosmético Kohl. Elaborado a base de galena molida y otros ingredientes, permitía reducir la luz intensa al ser negro. Además, servía como desinfectante gracias al sulfato de antimonio. Usado principalmente por las mujeres y hombres de Oriente Medio, norte de África y Sur de Asia para oscurecer los párpados y por sus tintes estéticos.

Las evidencias de la importancia de los oftalmólogos en la antigüedad egipcia surgieron en 1920, con el hallazgo de la estatua de un oculista en las pirámides de Giza; además de las pinturas y simbología de la época que tanto han aportado ala historia.

 

 

Artículo sobre el Antiguo Egipto de la Revista corporativa nº5 de Vista Oftalmólogos.

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