¿Nos ve realmente un recién nacido cuando le hacemos carantoñas o aún no ha desarrollado la capacidad visual suficiente?
Cuando vemos a un bebé tendemos a hacer todo lo posible para llamar su atención. Pero, ¿cómo ve un recién nacido? No contamos con que sus capacidades, aún por desarrollar, no le permiten ver más allá de formas difuminadas.
Las personas podemos ver en color gracias a unas células ubicadas en la retina llamadas conos. A pesar de que los bebés nacen con dichos conos, estos no están desarrollados en su totalidad y lleva un tiempo que maduren. En esta primera etapa, los pequeños aún no cuentan con las capacidades suficientes para ver la profundidad de campo, por lo que lo hacen en dos dimensiones.
A medida que crecen, van desarrollando facultades que les permiten agudizar poco a poco su vista. Un niño con menos de 2 meses de vida apenas cuenta con un 5% de agudeza visual. A partir de los tres meses este porcentaje va en aumento y comienzan a ver formas grandes y colores muy saturados como el rojo y verde intensos. Aunque no distinguen las diferentes tonalidades de un mismo color hasta un poco más tarde.
Entre los cuatro y seis meses el progreso de las capacidades aumenta notablemente. La visión binocular, que hace que los dos ojos se utilicen conjuntamente, se desarrolla. Ya diferencian más tonos de color. Reconocen objetos y los buscan con la mirada y son capaces de ver a mayor distancia. La percepción de la profundidad les permite calcular las distancias y mejora la coordinación, esto hace que jueguen con sus manos con más frecuencia.
A los 12 meses, podemos decir que la vista del niño alcanza unos niveles de adulto y debería estar desarrollada. A esta edad los pequeños muestran un gran interés por explorar el mundo que les rodea.
Cada niño desarrolla su propio ritmo de crecimiento y no siempre cumplen con este patrón de progreso de manera exacta. Aún así, uno de cada cinco niños presenta o presentará un problema de visión y se recomienda que, ante cualquier anomalía, se le lleve al especialista.
