La Degeneración Macular Asociada a la Edad o DMAE es una enfermedad de la vista que afecta a la parte central de la retina.

La DMAE es una enfermedad degenerativa que aparece después de los 50 años. Es la primera causa de discapacidad visual en los países occidentales. Afecta a una de cada cuatro personas después de los 75 años y a más de la mitad de más de 90 años.

La DMAE ataca a la zona central de la retina, la mácula, que es una pequeña zona situada en el centro de la retina y la parte más importante de esta. De hecho afecta directamente a la visión central de los ojos y deja intacta la visión periférica. Actividades como la lectura o conducir se vuelven difíciles para las personas afectadas por DMAE, porque tienen dificultad para reconocer los detalles, las formas o los colores.

¿Qué síntomas presenta?

Los síntomas que nos deben alertar:

  • Baja sensibilidad a los contrastes.
  • Baja agudeza visual.
  • Visión deformada.
  • Aparición de una mancha central
  • Visión central un poco difusa o borrosa.
  • Líneas rectas que pueden percibirse onduladas.
  • Problemas de adaptación a cambios lumínicos.
  • Alteración de la percepción del tamaño de los objetos.

Estos signos deben alertarnos para consultar a un oftalmólogo. El objetivo es obtener un diagnóstico temprano y un tratamiento específico que pueda ralentizar la evolución de la DMAE.

Tipos de DMAE

La DMAE seca o atrófica. La degeneración seca provoca el adelgazamiento y atrofia de la mácula con pérdida visual variable. Es la más frecuente y se caracteriza por una evolución lenta y progresiva que hace que el paciente vaya perdiendo la visión en el área central de su campo visual. Provoca el adelgazamiento y atrofia de la mácula con pérdida visual variable. Constituye el 85% de todos los casos de DMAE.

La DMAE húmeda o exudativa. Se caracteriza por el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos de paredes muy delgadas, que acaban sangrando y filtrando esta sangre a la mácula. La pérdida de visión suele ser mucho más rápida que en el caso anterior. Es la menos frecuente, pero también la más grave.

Una dieta saludable que aporte la nutrición necesaria a la retina, evitar el tabaco y limitar la exposición a la luz solar, puede reducir el riesgo de aparición de formas más avanzadas de la enfermedad.